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Juanito Cruz, uno de los personajes más populares de Candelaria en el primer tercio  del siglo pasado

        Uno de los personajes más entrañables y recordados en Candelaria en el primer tercio del siglo   pasado fue Juan Cruz Regalado, conocido popularmente como “Juanito Cruz”. Nació en Cuba el   año 1901 y murió en La Laguna el año 1974.
  Llegó a esta villa en 1925 y se hizo pronto muy popular por ser el dueño las camionetas “El   Baldomero” y “La Basilisa ”, que fueron el medio de transporte de muchas pescadoras que se   desplazaban a algunos municipios de la isla a vender el pescado.
  En su vivienda de características canarias situada frente a la Plaza del Convento estuvo uno de los   primeros Casinos de Candelaria.
       Para conocer a este personaje entrevistamos en 2006 a su viuda, Remedios Freyre Padilla, un   año   antes de su fallecimiento.
         Después de relatarnos un sin fin de anécdotas recogidas en su largo peregrinar como maestra   de escuela por Arico el Viejo, Malpaís, Araya, Valle Gran Rey (La Gomera), La Asunción de   Santa Cruz de Tenerife, La Corujera, Chimiche, Santa Úrsula, Los Silos y El Sauzal, lugar donde se   jubiló. Entramos en materia hablando de su infancia.
        “Siendo una niña solía venir a veranear a Candelaria con mi madre y nos íbamos a bañar a la   playa de la Noria con sábanas agarraditas a las piernas, no como hoy, y lo pasaba muy bien”.
  -¿A qué edad se casó?
   “Me casé con diecinueve años en el pueblo donde estaba de maestra, que era la Degollada, en   Arico el Viejo, corría el año 1924. Una locura, porque en aquellos tiempos no estaba una   preparada como están hoy las mujeres. Después me fui a La Laguna, a casa de mi madre. Allí di a luz y luego empecé mi vida en Candelaria, en la calle de la Arena, frente a la casa de Amalia y al lado de la casa de Martín”.
-¿Cómo vivió su primeros años en Candelaria?
“Al principio no teníamos comodidades. El váter estaba fuera de la casa, en la esquina de un solar, en un cajón. Y qué contenta. Por eso digo que hoy el mundo no se arregla.
Íbamos a Arafo a los bailes. Era un pueblo donde la música sobresalía”.
-¿Por qué su vivienda frente  a la Plaza del Convento era diferente a otras?
“Porque había un Casino. En él tocaba el piano Felipe Pérez Núñez, “El Capitán”. También en el salón de la parte baja mi marido tenía un taller donde reparaba sus camiones para llevar a las pescadoras. Yo le bajaba una taza de leche, gofio y queso. Me sentaba con él en un estribo que había allí. Se tomaba la leche con las manos sucias, pues entonces no había tanta limpieza como hoy.  
Tuvo dos chóferes, sólo me acuerdo de Francisco Marrero Castellano. También tenía  un cochito. Una vez iba mi marido con el coche cargado de mujeres y se volcó en Taco. No les pasó nada. Volvieron a poner otra vez el vehículo en su sitio y siguieron para Santa Cruz, que era la ruta más utilizada. En las fiestas del Cristo de Tacoronte tenía muchos viajes. El ayuntamiento también le encargaba sus viajes.
Había dos coches más en Candelaria, el de Ventura Pérez y el taxi de Pancho Rodríguez”.
-¿En su casa veraneaba la madre del obispo Pérez Cáceres?
“Sí, doña Juana, la madre del obispo Domingo Pérez Cáceres solía venir en verano a pasarse unos quince o veinte días en mi casa, en una habitación grande que tenía dos balcones. Era comadre mía. Bautizó a mi hijo Pepe”.
 -¿Qué relación tuvo su marido con el Casino de la calle de la Arena?
“Lo trabajó varios años. Francisco Rodríguez Cruz, conocido por Pancho “El Sordo”, era el propietario del salón y mi marido se lo arrendó. Tenía una caseta para cambiarse de ropa los bañistas y hamacas. Después le quitaron los dos tabiques que tenía para hacer un salón grande y convertirlo en cine, donde se proyectaron películas mudas. Yo despachaba en la cantina. Esto fue por el año 1928. A principios de los treinta lo dejamos”.
-¿Qué año se fue de Candelaria?
“El año 1945 nos fuimos a vivir a La Laguna. Enviudé al año 1974, pero seguía viniendo a Candelaria. Recuerdo que Antonico Nóbrega se quería casar conmigo.
A sus ciento y un  años doña Remedios aún conservaba el buen humor y una memoria envidiable. Lo que más le motivaba en esta vida, decía, era su amor a la humanidad. En este pueblo se sintió querida. Estoy seguro que el que quiere no olvida.
Nuestra historia marinera y festiva tendrá páginas nostálgicas recordando a “Juanito Cruz” y doña Remedios. 

Inmueble donde estuvo uno de los primeros casinos
de Candelaria

Número 77 – Junio de 2009

                                                                   

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