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La Viajera Peregrina por los pueblos de Tenerife
En el mes de noviembre de 2007, publicamos en esta revista un artículo sobre la peregrinación por la isla de la Virgen de Candelaria (16/10/1964-28/01/1965), donde era mi deseo escribir un libro que recordara aquel histórico evento. Los datos estaban en mi poder, pero faltaba lo más gratificante para el lector, aquello que sustituye a la palabra, la fotografía.
Después de ardua tarea de búsqueda por los lugares más recónditos de la isla, la perseverancia resultó positiva. Ya tenía, pues, el material necesario para seguir adelante con aquel ilusionante proyecto que en su día me había propuesto.
Con la información de la revista “Radar Isleño” de los PP. Dominicos de la Basílica de Candelaria (base y guía de este libro), los periódicos “La Tarde” y “El Día”, las parroquias de Tenerife, el Boletín Oficial del Obispado de la Diócesis Nivariense, los ayuntamientos de todos los municipios de la isla y la aportación fotográfica de todo un pueblo generoso y de infinita colaboración, hoy aquella ilusión que parecía difícil de alcanzar está a punto de ser una gratificante realidad; el libro, cuyo titular es “La Viajera Peregrina por los pueblos de Tenerife”, está en maqueta a la espera de su publicación.
Debo destacar el magnífico trabajo del pintor iguestero Dimas Coello, miembro de la Academia Europea de las Artes, dibujando en páginas, candelas con especial y etéreo difuminado.
Dice don Antonio Pérez García, delegado diocesano que acompañó a la Virgen en todo su recorrido y autor del prólogo: “Estaba retrasándose demasiado la publicación de este libro, compendio de esta histórica peregrinación, sin parangón en toda la historia religiosa de la Diócesis.”VIVENCIAS Y EMOCIONES
Como primicias para esta revista podemos adelantar algunas de tantas vivencias pletóricas de emociones y de lágrimas incontenibles que vivió nuestro devoto y fiel pueblo tinerfeño al paso de la Virgen por todas las parroquias tinerfeñas.
En Arico el Nuevo, como en muchos rincones de la isla, se repetía esta plegaria a los pies de la Morenita, entre lloros y suspiros: ¡Madre, escúchame! Tengo un pequeño hijo enfermo, ¡sálvamelo!
Durante el acto de despedida en Buenavista del Norte, una viejecita inválida esperaba en la puerta de su casa a la Viajera Peregrina para decirle adiós. Hacía dos años que se había despedido de Ella en la Basílica y no pensaba volver a verla, ya que su situación económica no le permitía volver a Candelaria. Llorando a lágrimas vivas besó su manto, al mismo tiempo que decía: “Madre mía, ya nos habíamos despedido hasta el cielo y ahora Tú vienes a visitarme”.En San Juan de la Rambla la anécdota la protagonizó un hombre de buena posición social. Él estaba apartado de cualquier práctica religiosa y cuando se le preguntó por qué seguía a la Virgen contestó: “No sé que fuerza misteriosa tiene esta Imagen en su mirada que me subyuga por encima de todas mis resistencias”.
Quizás uno de los hechos más comentados ocurrió en Santa Cruz de Tenerife cuando la Mujer Peregrina se dirigía a Igueste de San Andrés y se encontró con un obstáculo imprevisto; el muro de una vivienda impedía que la carroza-automóvil siguiera su ruta debido a las dimensiones de ésta. Con un gesto desmedido de colaboración, el dueño del inmueble da autorización para el derribo de la pared citada: “Y a las tres de la mañana, un pelotón de hombres, con pico y pala, estaba dando en tierra con las piedras y argamasa y dejando expedita la calzada por donde únicamente podría pasar la Señora y Reina de las Islas”.
En estos dos años y medio de indagación, sobre los ciento cuatro días que estuvo la Virgen de Candelaria fuera de su templo basilical, me iban abriendo camino para conseguir mi objetivo, muchas casualidades… quizás demasiadas.
Número 78 – Septiembre de 2009