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LA VIRGEN PEREGRINA

Se cumplen 43 años de la peregrinación por la Isla de la Virgen de Candelaria

     El obispo Luis Franco Cascón publicó, con fecha 24 de septiembre de 1964, una exhortación pastoral bajo el lema: “Comenzamos el nuevo Seminario”. Se decretaba una peregrinación de las imágenes de la Virgen, patronas de nuestras islas, por las parroquias de nuestra diócesis en campaña por el Seminario.
     El 16 de octubre de 1964, hace ahora 43 años, La Virgen de Candelaria salió del Santuario rumbo a los diferentes municipios de Tenerife por serpenteadas carreteras con una misión diocesana y misionera. Única vez que ha visitado todos los pueblos tinerfeños. 
     Desde la reseñada fecha hasta el 28 de enero de 1965,  la venerada imagen estuvo fuera de su templo basilical, siendo nombrada Alcaldesa Honorífica en cada municipio. Fue transportada en una carroza-automóvil conducida por Juan Marrero Torres acompañado por Norberto (Tito) González Romero.
     Su peregrinación se centraba en tres ideas fundamentales para la renovación espiritual de la Diócesis: vida cristiana, crecimiento en número y calidad de vocaciones. La aportación económica del pueblo tinerfeño para el nuevo Seminario era fundamental para conseguir estos objetivos.
     Radio Club Tenerife estuvo al servicio de la peregrinación de la Virgen, siendo su presidente Álvaro Acuña Dorta y jefe de programación,  Navarro Grau. Luis Ramos fue su cronista.
Junto a la Santa Imagen, sus capellanes, los dominicos. Uno la precedía, preparando su recorrido, y otro la acompañaba. El padre Juan Fernández Baca y P. Isaías Llera iniciaron la ruta. En los Silos son relevados por José Ramón Fidalgo, Superior de la Basílica y Fernando Aporta. En Garachico se incorporó el padre Cristóbal Oliva, trasladado por unos días al convento de la Candelaria con el fin de ayudar a los PP. de la Comunidad hasta Tejina. Se iban rotando durante el itinerario.
     Los candelarieros presentes, juntos a los venidos de todos los puntos de la isla, nunca olvidarán aquella tarde del 16 de octubre de 1964.  Después de una función religiosa que comenzó a las 17:30 horas, la Virgen empezó su peregrinación por la isla.
     Decía el cronista: “Son las ocho de la noche cuando la Santísima Virgen de la Candelaria iniciaba su andar lento, dejando atrás su Templo-Basílica. No hubo aplausos, ni cohetes; sólo un silencio impresionante. El espectáculo de fe y amor a las más querida Imagen de las islas, era a esa hora una auténtica explosión de entrañable sentimiento por la marcha de la Virgen Morena. Hombres cabizbajos, mujeres con los ojos reventados de tanto llorar y niños que en vez de jugar y sonreír parecían estar compenetrados con el momento angustioso que vivió por espacio de tres horas la buena gente de la Villa mariana y pescadora”.
     La Virgen fue transportada por la carretera general del Sur y con un paso procesional lentísimo iba rumbo a Arafo. En el lugar conocido por “El Pino” la esperaba el obispo Franco Cascón, el padre Vicente Jorge Dorta, el ayuntamiento en pleno, con su alcalde Jerónimo Monje Marrero, y todo el pueblo.  A las diez de la noche las empinadas calles hasta la Plaza de José Antonio estaban abarrotadas de gente.
     “Ya ha subido la Virgen Patrona del Archipiélago la calle principal. Las dos bandas, la Candelaria y Nivaria, del pueblo rezan con notas musicales al compás de las avemarías como el más adecuado fondo al susurro de oraciones. Son las diez y quince minutos. La Plaza es un hervidero humano. No se oye una sola voz, ni un respiro, pero en cambio, si vemos lágrimas que salen de las mujeres viejas y jóvenes. Y hasta los hombres lloran como chiquillos”, decía el cronista.
     Entre los oradores que dieron la bienvenida estaba el abogado e hijo del pueblo, Andrés Orozco Maffiote. Durante la noche la iglesia de San Juan Degollado estuvo abierta sucediéndose los cultos. La Virgen salió de Arafo a la cinco de la tarde del día diecisiete. El acto de despedida fue tan impresionante como la bienvenida.

LA  VIRGEN EN GÚÍMAR

     En la parroquia de Ntra. Sra. de Fátima, en el barrio del Volcán, dentro del término municipal de Güímar, la imagen permaneció durante una hora. A las ocho y media estaba la Morenita en la Plaza de San Pedro.
     “Los señores alcaldes de Arafo, Jerónimo Monje Marrero y de Güímar, Pedro Guerra Cabrera, junto con los respectivos párrocos y capellán de la Virgen, firman el impreso de cesión y recepción de la Sagrada Imagen, con el que se comprometen, y testifican como en todos los municipios y parroquias, su fiel custodia”, seguía diciendo el cronista.
     Hablaron en la bienvenida, el alcalde, el arcipreste Prudencio Redondo Camarero y el padre Juan Fernández Baca. Éste destacó en su oratoria la profunda devoción del pueblo de Güímar a la Santísima Virgen de la Candelaria y recordó con emocionadas palabras al obispo güimarero Domingo Pérez Cáceres.
     Luego la Virgen fue instalada ante el Altar Mayor de la iglesia de San Pedro. “Allí estuvo entre luces y flores, entre cánticos y rezos, cortejada por niños y personas de todas las edades. No estuvo sola ni un momento. A los hijos de Güímar no les preocupaba la noche, y ésta de sábado a domingo, la siguiente de domingo a lunes, se convertirán en dos noches místicas de luces relumbrando de fe en torno a la bendita Candela de la Virgen”.
     A mediodía del 18 fue trasladada a la parroquia de Santo Domingo, continuando su peregrinar con las primeras horas de la tarde hacia El Escobonal, en cuya parroquia pernoctaría, siendo su cura párroco Gregorio Dorta Pérez. Luego visitaría las parroquias de los restantes municipios de la isla.
     El día 26 de enero por la tarde, después de un largo viaje, la Virgen Peregrina llegaba a Barranco Hondo. Para darle la bienvenida estaban el superior de la Basílica, José Ramón Fidalgo, el párroco, Pedro Riesco Pontejo, el alcalde de la villa, Juan Castellano Castellano, alcaldes delegados de este pueblo y de Igueste, Álvaro Peña Ramos y Antonio García Pérez, respectivamente.
     A las 8 horas de la tarde del día 27 emprendía rumbo hacia Igueste, dejando la carretera general del sur. Fue recibida por el obispo, padre Riesco, párroco también de este pueblo y por el alcalde de la Villa con los cinco alcaldes pedáneos.
     La frase “Adiós Madre” ondeaba el día 28 de enero como despedida a la Virgen Morena.  La carroza-automóvil tomó dirección hacia su Templo-Basílica, término de un largo viaje. A primeras horas de la tarde llegaba a su Villa.
     Autoridades eclesiásticas, civiles, la banda de cornetas y tambores de los Cadetes de la Virgen, la de música La Candelaria, unas jóvenes candelarieras con vestidos típicos de las siete islas, portando ramos de flores y un enardecido pueblo, le dieron la bienvenida. En la Plaza de la Patrona hablaron el padre José Ramón Fidalgo, superior de PP. Dominicos,  el alcalde, Juan Castellano Castellano, el padre Juan Fernández Baca, el gobernador civil, Juan Pablos Abril y, finalmente, el obispo Luis Franco Cascón. A continuación se procedió a descubrir en el interior de la Basílica una placa conmemorativa que hace referencia a este peregrinaje por la isla a propuesta del ayuntamiento de la Villa.
      Después de la visita de la Virgen al templo parroquial de Santa Ana y a la Cueva de San Blas, con sendos actos solemnes, concluiría la memorable jornada mariana.
     Con los datos que obran en mi poder (más de 300 páginas), tantos escritos como verbales, con anécdotas  de la peregrinación de la Patrona de Canarias por las parroquias de la isla, es mi deseo publicar, no sé cuando, un libro que recuerde aquel evento memorable con fotos de los diferentes rincones tinerfeños que Ella visitó, resumiendo a pie de ellas este largo viaje diocesano y misionero. Quizás me falte lo más gratificante para el lector, aquello que sustituye a la palabra; la fotografía.  Espero que algún día, con la perseverancia de búsqueda de este material se publique el libro que tanto reclaman los devotos de la Virgen. Los derechos de autor serán cedidos a  la Casa de Acogida Nuestra Señora de Candelaria (PP. Dominicos).

Número 68 – Noviembre de 2007

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