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El reflejo del alma

El reflejo del alma (anecdotario del rodaje)

Varias de sus secuencias fueron grabadas en Candelaria en el año 1957

DDDEn el mes de mayo de 2004, número 42, esta revista publicó un amplio reportaje sobre una de las primeras películas realizadas íntegramente en Canarias, El reflejo del alma, una superproducción realizada por la General Cinematográfica “Las Canarias”. Algunas secuencias se rodaron en Candelaria el año 1957.
Su director, productor y propietario de una empresa distribuidora de películas en Tenerife, el italiano Máximo G. Alviani, descubridor de la mundialmente famosa actriz, Sofía Loren, contrató al trío más famoso de todos los tiempos, Los Panchos, que actuaron por primera vez en Canarias el nueve de enero de 1956, en el cine Rex.
En la fecha antes indicada, se dio una exhaustiva información de la película, por lo que el artículo de hoy lo centraremos en dos anécdotas ocurridas en este pueblo durante el rodaje de la misma, una en la Plaza de la Patrona de Canarias y, la otra, en la mina construida bajo la dirección del decorador Rodolfo Rinaldi, en la Avenida Condes de Santa María de Abona, en el antiguo puente que estaba ubicado entre la Plaza de Teror y el Bar Nº 1.
DDDAsí cuentan la primera: “En Candelaria se tomaban las escenas del encuentro de Fernando (Armando Moreno) con Don José (Dimas Alonso) durante la fiesta de la Virgen.  Don José, vestía sus ropas de sacerdote empleadas en el film y deambulaba por entre el público, mientras Ulloa colocaba la cámara en un practicable y el Sr. Alviani distribuía los personajes marcándoles la acción precisa. Varios sacerdotes “auténticos”, también se encontraban esperando la salida de la tradicional procesión y el público se agolpaba ansioso de lograr un buen puesto.
DDDDe pronto una simpática viejecita se acercó a Dimas Alonso y con voz emocionada le dijo: Por favor, Señor cura… mire usted a ver si me puede buscar un buen sitio, yo ya soy viejita, ¿sabe? Y no tengo la vista muy buena… ¡Arrégleme un sitio por caridad…!   Ni que decir tiene que la viejita vio en primera fila la procesión de Candelaria.  Pero su asombro mayor lo tuvo cuando terminada la fiesta, se acercó a ella el ayudante de producción, Sr. Montoya, y le hizo entrega de un billete de cincuenta pesetas.  ¡La viejita había salido en la escena que se captaba y le abonaban el importe de su trabajo como “extra” en la película!”.
La segunda anécdota la relatan de esta forma: “Se preparaba la escena del derrumbamiento de la mina. Todo a punto para un ensayo general. El director marcó la acción. Los encargados de lanzar el agua y las piedras desde lo alto de unos practicables no entendieron que se trataba sólo de un ensayo y se aprestan a cumplir su cometido. Confiados, sabiendo que por esta vez no había  remojón, los extras entraron en escena. - ¡Acción…!  ¡Y cuando todos tranquilos y confiados entran en tropel ante la cámara… caen desde lo alto cinco toneladas de agua y más de medio centenar de piedras que aplastan materialmente a los esforzados “mineros”!
La escena salió como nunca. Mejor aún que la que luego se ha seleccionado como buena en el film.  Pero… la cámara no estaba rodando en aquel momento y el chapuzón, con el susto consiguiente, quedó sin efecto.
Algunos todavía no están convencidos que fue un error de los tramoyistas y andan buscando el instante de la “venganza”. Lástima de escena. ¡Aquella sí que fue natural!”

 

 

Número 60 – Noviembre de 2006

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