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El Cortijo de Candelaria: plaza de toros y escuela taurina

Se inauguró en 1966, en las instalaciones del hotel Tenerife Tour

Portada y contraportada del programa de atracciones de El Cortijo de Candelaria

Hablarles a los jóvenes de esta villa de la plaza de toros de Candelaria, es arrancarles una socarrona sonrisa y una pregunta común: ¿Había en Candelaria una Plaza de Toros? Nada se ha escrito, que sepamos,  sobre dicha plaza, aunque los padres de estos chicos y chicas deben tener todavía en su memoria la nostalgia y resaca de aquellos eventos taurinos, musicales, deportivos y otros actos que se celebraban en este lugar a finales de los sesenta.
En el Cortijo de Candelaria, por tanto,  además de lidiarse algunas becerras, en la que todos los asistentes podían intervenir, y de ser escuela taurina, presentaba un fabuloso programa de atracciones, entre ellas destacaba la cantante Marina Rosalía y su cuadro flamenco: Manolita Torres (bailadora), Antonio Romero (guitarra) y El Choquero (cantaor). También había verbenas amenizadas por grandes orquestas, actos deportivos en fechas puntuales, como en las fiestas de La Virgen de Candelaria, y otras celebraciones.
La plaza de toros tuvo dos etapas.  La primera vinculada a la compañía mercantil denominada “Briesco, S.L.” (1966-1968); y la segunda regentada por José García Barreto, “El Curita”, a quien en el argot taurino se le conocía como “Currito de las Caletillas” (1969).
Haciendo historia, hemos de comenzar por el  14 de agosto de 1963, fecha en la que se constituye la sociedad, “Briesco, S.L.”, nombre formado por anagrama de los socios fundadores, los hermanos, Jaime y Artemio González Brito; Luis López Espinosa y Wladimiro Coello Gutiérrez. El objeto principal fue la instalación y explotación de establecimientos de hostelería.
En el pleno extraordinario de fecha 7 de julio de 1964 se aprueba el proyecto presentado por la entidad “BRIESCO, S.L.” para la construcción del Hotel Tenerife Tour, en Punta la Caleta, Las Caletillas, el cual se inaugura en 1965.
La dirección del hotel estudió la posibilidad de construir un local espectáculo como esparcimiento nocturno de los turistas hospedados. Así nace la plaza de toros “El Cortijo”, que se inauguró en 1966.
El 9 de enero de 1968, tres de los socios, Jaime, Luis y Wladimiro, venden a Máximo Nägele Richter, José Bacallado Flores, Manuel Simón Rueda, Jaime Daruis Díaz, Artemio González Brito y José Delgado Díaz, las participaciones sociales que les correspondía en la compañía mercantil.
El 30 de enero de 1968, los nuevos socios proceden a la transformación de la sociedad en  Anónima, utilizando como nueva denominación el nombre de “Tenerife Tour, S.A.”, ya que éste era el nombre de la instalación hotelera propiedad de la compañía.

LA PLAZA EN EL RECUERDO

Así se manifestaban algunos vecinos cuando les pregunté sobre qué recuerdos tenían sobre esta actividad turística:
- “Yo llegué a torear. Íbamos a aprender. Nos pegaba cada revolcón las becerras”. (Ignacio Castellano Perdomo).
- “Vi torear a uno que lo llamaban “Manolete”, porque se parecía al famoso torero en la forma de dar los pases. También toreó el “Curita”. (Eduardo Pérez Cruz).
- “Recuerdo que una vez un guía turístico quiso hacerse el gracioso delante de una becerra, ésta empezó a perseguirlo por todas partes. Se escondía en el burladero, volvía a salir y la becerra sólo embestía contra él, a los demás no le hacía nada”. (Domiciano Brito Herrera).
- “Dos empresarios, Pedro Modesto Campos e Ignacio Rivero, intentaban lidiar una vaquilla”. (Francisco, “Quico”, Pérez García).
- “Aquel terreno estaba lleno de piteras. El local era cuadrado, dentro estaba la plaza, redonda. Había un patio para los bailes y actuaciones. Pablo, un carpintero de Güímar, compró un burro y lo montaba, hacía de picador. El burro estaba protegido por una especie de encerado”. (Constantino Guanche Castro).
- “La Plaza de toros estaba detrás del edificio “Las Candelas”, no llegaba a la farmacia que está frente a la piscina municipal, porque era hacia arriba. El solar era de Bonnet. Toreaban una becerra. Cuando ésta era veterana, les pegaba cada revolcón. Entonces la mataban, hacían un banquete y compraban una nueva. Uno de los promotores de esta plaza, Artemio González Brito, aún vive”. (Bruno Alberto Sabina).
- “En el terreno donde se hizo la plaza, estuvimos veinte años sembrándolo. Era de un nieto de Yabré y lo compró Bonnet. La hizo la dirección del Tenerife Tour”. (Pedro, “Perico”, González Romero).”
- “Allí se celebraban luchadas, entre el Araya, el Igueste o algún equipo que venía de fuera, como el Machado. Todo esto era por las fiestas de agosto. (Sixto Castro Guanche y Jorge Rodríguez Martín).
- “Aquello era de Pepe “El Curita”. Él cerró la plaza de Candelaria, pero hizo otra en el Sur”. (Justo Díaz Pérez).
- “El Curita abría un periódico y simulaba leerlo. Cuando salía la becerra a la plaza, arremetía contra él. Los turísticas se reían. También venían a amenizar los bailes “Los Misteriosos”, un conjunto músico-vocal de Santa Cruz”. (Nando Barroso Ramos).
- “En la plaza de toros vi torear al “Curita”. Lo llamaban  “Currito de las Caletillas”. Su nombre era José García Barreto”. (Carlos Afonso Gómez).
- “La plaza de toros se demolió el año 1970”. (Ramiro Oliva Rodríguez).

SU CONSTRUCCIÓN

Casualmente Alberto Rodríguez Gómez me comentó que su padre había trabajado en la construcción de la plaza. Esta información junto a la de Bruno Sabina Alberto, en la que dijo anteriormente que aún vivía uno de los socios del Tenerife Tour, Artemio González Brito, me  abrió sendos caminos para seguir mi investigación sobre la plaza de toros.
Visité a Juan Rodríguez Batista, en su domicilio de Igueste. Él aporta la información que sigue:
“Yo trabajé de albañil en la construcción de la Plaza de Toro. Éramos tres, Félix Torres, Carlos Castellano Guanche y yo. Los peones eran mi hermano Ramón y dos más. Aquello se hizo en menos de un mes. Vino una pala enviada por el hotel Tenerife Tour y aplanó el terreno, luego le pusimos bloques. La plaza era redonda, pero el resto, no. Se hicieron unos cuartitos. Dos baños pequeños y uno para el torero cambiarse. No había carretera y la dirección del hotel abrió con una pala la carretera de la costa, muy cerca de la playa, desde Las Caletillas hasta el Cortijo, con la finalidad de llevar a los turistas a las atracciones”, explica.
“Fui los primeros diez años encargado de mantenimiento del hotel. El director era Manuel Calero y el recepcionista, Mariano Coscolín Pozo”, agrega.
Con esta anécdota y una sonrisa finalizó Juan su comentario: “La mujer del director se solía bañar en la piscina, en bikini. Imagínate, en aquella época. Era una mujer muy guapa. Ella se quejó a su marido de que los barrenderos se paraban delante de ella a barrer y permanecían allí mucho tiempo. Como yo era el responsable de aquellos operarios me llamó la atención. Entonces le dije a los trabajadores: Mirarla, sí, pero más disimulado, parados no, porque es muy descarado”.

ARTEMIO GONZÁLEZ, FUNDADOR

Mi siguiente misión era entrevistar a Artemio González Brito, el único que vive de los promotores de la plaza, nació el año 1929. Era una de las fuentes de información más buscada por mí desde hacía mucho tiempo, por ser uno de los cuatro socios fundadores de la empresa mercantil “BRIESCO, S.L.”, que llevaron a cabo la construcción del Tenerife Tour y plaza de toros de Candelaria. 
Lo localicé en Tegueste, a través del teléfono que me facilitó su ahijado Juan Higuera Martín. Para hablar del Cortijo era preciso partir del hotel Tenerife Tour, que dio lugar al inicio del boom turístico en Candelaria. Así se expresó Artemio en la entrevista.
“Vine de Venezuela a principios del año 1965, porque me mandó a buscar mi hermano Jaime, que era aparejador. Él con otros socios empezaron el hotel. La sociedad se llamaba “Briesco, S.L.”, Br de Brito, Es, de Espinosa, era hijo de un gobernador civil, no sé si de Cuenca, y Co, de Coello, Wladimiro Coello, conocido por Vila, hijo de Esteban Coello, de Igueste”, explica.
“Espinosa –sigue diciendo-  pidió un crédito para la construcción del hotel. Al principio las acciones eran a partes iguales. Antes de la inauguración del Tenerife Tour estuvimos pegando pisos en la entrada del hotel, porque venía el gobernador civil, Pablo Abril. Antes, yo había ido a Londres a hablar con una compañía para traer una dotación de allá, es decir, el personal, los camareros, etcétera. Estuve once días, pero aquello no dio resultado, nos engañaron”.
“A la vista de la situación contratamos al personal de aquí. El hotel se inauguró el año 1965. Entonces dijimos, vamos a hacer algo para distraer a los turistas. Al año siguiente hicimos la plaza de toros.   El solar era de Jorge Bonnet Molowny. Lo alquilamos con derecho a compra. Estaba frente a un chalet, propiedad de él. No se había construido ningún edificio de los que actualmente están, ni siquiera La Galera”, sigue narrando.

PRIMER TORERO
 
“Para su puesta en marcha trajimos de la península dos vaquillas bravas, para las cuales se habilitaron dos corrales. Pablo, un carpintero de Güímar, y carpintero del hotel, hizo también aquí su trabajo. Contratamos a un torero peninsular para hacer la presentación. Recuerdo que éste soltó una vaquilla para darle unos pases, pero pisó la capa y se cayó. El animal se le puso encima y lo meó. El pobre no se recuperó de aquel incidente”, cuenta con  una sonrisa Artemio González. 
“Un chico del Puerto de la Cruz conocido por Manolete, trabajó con nosotros de torero.
Manuel Calero, el director del hotel, contrató un cuadro flamenco de la península para actuar en la plaza. Se les pagaba la actuación, dormían y comían en el hotel. Venía gente, todo eso era gratis, de turismo, nada. Los que visitaban la plaza eran los de la isla. El tiempo que duró, que no llegó a dos años, lo disfrutamos los de aquí y los de allí, los amigos. Teníamos de todo. Yo recuerdo que en esa época me sentí rico, porque ser rico no es lo mismo que sentirse rico. Yo era muy animoso, por eso, porque me sentía rico, y lo era, claro”, matiza.
“Mi hijo, el mayor, celebró la primera comunión en la plaza. También celebramos el día del maestro. Invitamos al alcalde, Juan Castellano Castellano, que luego de vuelta para Santa Cruz tuvimos un accidente con el coche. Como las cosas iban mal en el Tenerife Tour, y como no se había cumplido el plazo de alquiler, le dije a Pepe: Te doy la plaza para que la explotes. Estuvo una temporadita allí. No mucho tiempo. Fue cuando empezó él. Antes no estaba”.
“Después de la crisis que hubo, los bancos apretaron y no se podía pagar las letras y los proveedores caían sobre nosotros y entonces el abogado José Delgado nos dijo que convenía cambiar las siglas de la empresa y hacer una sociedad anónima. Hicimos eso. Yo tenía el 52 % de las acciones, pero sin un duro. Mi amigo Simón Rueda tuvo que pagar seis o siete mil pesetas por una acción, porque en realidad valía menos, unas dos mil pesetas. Empezamos a ampliar el capital y al final se quedó Simón Rueda con el hotel”, concluye.
Esta es la historia de la Plaza de Toros de Candelaria vinculada al hotel Tenerife Tour. Así nos la ha contado nuestra gente a través de sus vivencias. 

María Rosalía y su cuadro flamenco (Foto cedida por Ignacio Castellano)

Número 74 – Diciembre de 2008

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